London state of mind...

Londres es para mí una de las mejores ciudades del mundo… la segunda, después de Madrid (que una es muy chulapa), por eso me ha parecido muy buena idea toda esta inspiración blogger que la revista Telva ha promovido entre las redes sociales para sacarle el máximo partido más allá de las JJ.OO.

He viajado varias veces a Londres, casi siempre en viajes brevísimos que me impedían disfrutar de ella, hasta que hace dos años decidiera tomar las riendas de mi futuro y averiguar de una vez por todas si la moda era algo más que una pasión de la que hablaba en este blog, o realmente había un sitio para mí en su mundillo.

Mi primera parada fue Londres, como no podía ser de otra forma. Los cursos de verano de la Central Saint Martins College of Art and Design (que es mundialmente conocida por haber contado entre sus estudiantes a Galliano, McQueen, Hamish Bowles- Editor en Vogue, o Stella McCartney, entre muchos otros) parecían la mejor forma de empezar con buen pie la que deseaba fuera mi carrera en el futuro. Así que allí me fui, con la maleta cargada de ilusiones, la cámara de fotos, y muchas ganas de conocer por fin una ciudad que siempre me había fascinado desde la distancia.

De aquellos cursos, paseos y experiencias acabé escribiendo en este blog, así que os invito a que visitéis las entradas bajo la etiqueta “London”, ya que a través de mis palabras tendréis también una curiosa guía perfecta para visitar Londres en pocos días desde mi peculiar punto de vista. De todos los días que pasé en Londres aquel agosto, sin duda uno de los mejores fue el que me gusta bautizar como “el día de los mercadillos”… ese fin de semana a caballo entre julio y agosto había venido mi mejor amiga a visitarme, y lo cierto es que turistiqueando con desenfreno, pasamos un día de lo más estupendo.

Aquel día inauguramos agosto temprano, y con ganas de mercadillo. La primera parada fue, ¿cómo no? Notting Hill y Portobello, y su archiconocido mercado de antigüedades.

Era todavía pronto cuando llegamos, así que se podía caminar más o menos bien. Allí hay cachivaches de todo tipo, láminas, joyas vintage… de estas últimas nos enamoramos especialmente en un puesto especializado en los años 20. Mis gustos son caros, y ninguna de las piezas que me llevaría tenían menos de 3 cifras. Cabizbaja, aunque responsable, salí de allí, no sin antes llevarme una tarjeta… por si acaso.

Aunque no me sorprende, me alegra profundamente encontrar por fin láminas de figurines antiguos. Llevamos meses buscándolas mi madre y yo, y como no podía ser de otra forma, Portobello me lo pone en bandeja. Aunque me llevaría todas, las 20 libras por cabeza me tiran para atrás… cash. Aún así me llevo 2 preciosas que encajarán perfectas con las que ya tengo de periódicos antiguos de moda. Metros más tarde, 2 más se unen a la colección. Esta vez son recopilaciones de cajas de cerillas antiguas, que llevaban dibujos coleccionables. Unas actrices en bañadores retro para mí, avioncitos para mi hermano… perfectas para el cuarto de Marbella.

Mary, otra amiga a la que he conocido en los cursos, se nos une por el camino, como lo ha hizo también la lluvia. Aún así, parecía que caminábamos en su contra. El hambre apretaba y decidimos marcharnos, una buena idea a la vista de la ingente cantidad de personas que habían llegado en el rato que estuvimos paseando. Menos mal que mi amiga llevaba su lleva su chaqueta amarillo-capitán-pescanova, que si no… nos hubiéramos perdido la pista treinta veces antes de salir.

Paramos en Le Pain Quotidiene (que todavía no era tremendamente conocido en España) y… ¡qué delicia! Nos chupamos los dedos mientras pensamos a dónde encaminaremos nuestros pasos el resto del día. Mary tiene que dejarnos, pues le quedan cosas que hacer antes de salir al día siguiente para Madrid, nos despedimos de ella, y decidimos emprender camino hacia nuestra próxima parada en autobús. Double Deckered, of course. Por la paralela a Portobello los buses pasan de ida y vuelta por una calle de un carril… con lo que eso conlleva. Una hora más tarde, con incordio de pasajero con cebollón incluido, llegamos a Candem...

Candem es la antítesis de Portobello. Aunque tiene también hileras de casas de colores, éstas están decoradas con todo tipo de aderezos punk, rock, y macarras en general. Se suceden las tiendas donde hacerse piercing y tatuajes, y predomina la comunidad gótica entre las gentes que nos cruzamos. Candem Lock market tiene artesanía, y un pequeño pero bonito canal. Mi amiga se hace con placas de anuncios antiguos (que hoy cuelgan en su nueva casa), y yo mientras paseaba extasiada por el ambiente tan diferente. El cansancio hace mella y decidimos volvernos a casa… a las 7 y media en punto comenzaba nuestra última incursión londinense del día: un musical.

The Lion King resultó ser mucho más de lo que esperaba… un espectáculo impresionante, creo que el mejor que he visto (y han sido varios: Chicago, La Bella y la Bestia, Grease, Fama…). Me entusiasmaron los decorados, el vestuario, las canciones… y disfruté como una enana. Ver subir a los animales desde el patio de butacas, o el montaje de la escena de la estampida, son simplemente impresionantes. Me alegro mucho de haber conseguido entradas en aquél viaje, porque lo hicieron si cabe más especial.

Tras el musical, mi amiga y yo en el único restaurante donde probablemente nos fueran a dar de cenar, dadas las horas. Un indio (también muy londinense, dada la elevada población de este origen que puebla sus calles) a la vuelta de la esquina del teatro. Sólo la decoración mereció la pena, pues de su techo pendían cientos de marionetas indias de brillantes y preciosos colores…

Un día muy completo, ¿verdad? Os invito a que lo imitéis en cualquier visita que hagáis a Londres. Y como ya os he comentado antes, si os quedáis con más ganas de recorridos como éste, no dudéis en visitar el resto de entradas de mi viaje bajo la etiqueta “London”:

Comentarios

alicia ha dicho que…
pedazo de post.sera mi sueño viajar a londres se nota que experiencia tienes un rato! muak



http://oleyviva.blogspot.com.es/
Anita Bradshaw ha dicho que…
lo he leído dos veces de lo que me ha gustado!! Adoro Londres y me ha recordado a los momentos que he pasado allí ! Genial :)

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